lunes, 4 de junio de 2012

Un monstruo de “mil cabezas” envuelve los apagones


Ana Isabel Laguna | alaguna@el-carabobeno.com

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En un “monstruo de mil cabezas” en que nadie asume la responsabilidad, se ha convertido el problema de los apagones en el país. La parte oficial anuncia disímiles excusas: que si una iguana se comió los cables, los fenómenos del Niño o la Niña, las lluvias y ahora la tesis del sabotaje por parte de trabajadores. Los líderes sindicales se defienden y denuncian que Corpoelec sí aplica un plan de racionamiento camuflado con el nombre de Plan de Administración de Carga, ante el colapso del Sistema Eléctrico Nacional.

Los expertos coinciden en que hay múltiples aristas que se entremezclan: la falta de planificación, incumplimiento de planes, mantenimiento deficiente, manejo hidrotérmico irregular, gestión comercial ineficiente, las altas temperaturas también interfieren y, sobre todo, la politización del sector que ha llevado a una galopante corrupción. Hasta asoman la posibilidad de que la crisis sea “adrede” por el propio gobierno para que la población se acostumbre a un pésimo servicio, vivir a “oscuras”. “Ya lo ha tratado de hacer en muchas otras áreas, cuando dice que en lugar de un cultivo masivo usted tiene que irse al conuco, que en vez de utilizar la moneda normal llegar al ‘trueque’, cosas del siglo XVIII, y en el sector eléctrico están haciendo algo parecido, pretender que vivamos entre ‘plantitas' para medio bandearse mientras llega la luz, así funcionaba la Venezuela de los años 40” , acusó José Manuel Aller, doctor en Ingeniería Eléctrica de la Universidad Simón Bolívar.

Manifiesta el ingeniero que cuesta creer que todo sea simplemente por negligencia. “Por recurso financiero no ha sido. En estos 12 años se ha despilfarrado cerca de 6 mil 300 millones de dólares en el SEN, según registra Corpoelec, con lo que en el mercado internacional pudo haberse adquirido entre 12 mil a 18 mil megavatios, pero sólo se ha incorporado menos de 6 mil, apenas una tercera parte, cuando se pudo haber construido una Venezuela eléctrica nueva”.

Letargo en restitución del servicio


Cuando los países normales de América tienen un tiempo promedio de restitución del servicio de 1.6 horas, como es el caso Brasil que tiene un sistema equivalente al nuestro, en Venezuela se tarda alrededor de 10 horas, cuando en el 2009 se resolvían las fallas en un promedio de cuatro horas y media, informó el profesor José Aguilar, consultor internacional de sistemas eléctricos, basado en un estudio denominado Tiempo Promedio de Restitución (TPR) del servicio y medido por el ranking mundial de enciclopedia of the Nations (www.nationencyclopedia.com). La investigación tomó en cuenta el comportamiento de 111 países y en el que nuestro país ocupó el puesto 23 en 2009 y luego descendió al lugar 33 en 2011, mientras que Brasil se sitúa en la posición número 9. Ahora competimos en calidad de servicio con países africanos como Sierra Leona o el Congo.

“Se alarga el tiempo de restitución del servicio porque, además de que las grandes unidades están obsoletas, se les exige una alta operatividad obviando sus horas de mantenimiento, los límites de la Red Troncal de Transmisión son violados generando tensión en ella, entonces la distribución se vuelve inmanejable. El equipamiento de la transmisión y distribución (T&D) entra en fatiga por excesivo número de operaciones al racionar sobre todo de forma no programada”, apuntó.

Lo cierto es que las interrupciones resucitan los temores de que se repita la crisis eléctrica registrada en 2010, la cual impactó todos los sectores del país y produjo la caída del Producto Interno Bruto (PIB) de 3,3%, según reportes económicos.

Coinciden Aller y Aguilar en que los continuos cortes de luz -programados o no- causan pérdidas inexorables en la economía de la industria y de cada hogar. Igualmente, hacia la nación al computarse que la energía “no servida” -que se produce pero no se puede disponer porque la Red no soporta la carga- representa una pérdida cerca de 4 mil millones de dólares.

“Es que se rompió la continuidad electro-energética del país”, dijo Aguilar. Todo es una cadena en este sector, explicó, por lo que hay que tener cuidado de que se ejecute toda la coreografía en paralelo y en orden ya que salirse del orden altera el producto: primero, es el combustible, la hidro-meteorología; segundo, la ingeniería de proyectos, planificación integral de la infraestructura a ser incorporada; tercero, Generación del fluido, requiere de la ejecución perfecta de múltiples procesos; cuarto, transmisión para alcanzar la excelencia operacional; quinto, distribución con énfasis en mantenimiento de la infraestructura y, sexto, gestión comercial y atención al cliente. “Las dos primeras, no pueden hacerse antes que las siguientes. Hay que hacer los estudios y las obras deben coordinarse muy bien ya que éstas tienen “relojes de ejecución diferentes” pero deben convergir y estar listas para cuando la generación esté lista y no al revés, como ocurrió en la Planta Josefa Camejo-PJC- Punto Fijo; y en la Central Hidroeléctrica Manuel Piar, Tocoma; donde la generación se adelantó a la transmisión asociada con el resto del SEN y ahora esas obras no son de su completa utilidad para la nación. En la PJC, hay 450 MW instalados y sólo transmisión para 330 MW y el caso de la CH Tocoma no hay transmisión y hay 2.350 MW por instalarse y sin las líneas ha costado 6 mil millones de dólares. Consecuencia de toda esta disfuncional gestión una inmensa deuda eléctrica”, detalló el ingeniero Aguilar.

Este diagnóstico técnico, el experto lo trasladó en cómo se trabaja en el resto del SEN: al trabajar mal la generación en oriente, centro y occidente, no hay vida para el resto de Venezuela, porque el Guri y el sistema de transmisión troncal de transmisión nunca fueron diseñados para cargar con todos los megavatios del país, para eso se instalaron las plantas de oriente, centro y occidente. “Por lo tanto no hay los MW, se fuerza la transmisión y eso hace aún más inmanejable las tensiones en la distribución (lo que está más cerca del usuario). Se daña la infraestructura eléctrica; las subestaciones, los transformadores (que además no están bien mantenidos). Cuando la propia infraestructura o equipamiento eléctrico del sistema se está averiando, un equipamiento que tiene bastante margen de diseño para aguantar sobrecargas, imagínense no más lo que esto causa a los usuarios y sus electrodomésticos”, reflexionó.

Los estados que más sufren de “racionamiento” son los andinos y centrales debido a las fallas en Planta Centro. Los “estados centrales” desde el punto de vista eléctrico y no geográfico son: Sur de Miranda, Aragua, Carabobo, Yaracuy, Cojedes, Portuguesa, Guárico, Apure, Amazonas y Falcón.

Al no haber MW, se raciona


El ministro de Energía Eléctrica, Héctor Navarro, y sus allegados mienten en complicidad, asevera Aguilar, cuando se raciona en forma escalonada los mismos estados casi a las mismas horas y en los mismos porcentajes eso solo pasa porque hay un Plan de Racionamiento.

José Manuel Aller explica que la “redistribución de carga” es porque no hay energía suficiente porque no hay potencia. “Según nuestras cuentas hay más de mil megavatios en estos momentos no ‘servidos’”, aunque los trabajadores dicen que son 500, sin insuficiencia, porque aunque el gobierno tiene 18 mil megavatios y la carga en este momento es del orden de 17 mil, el problema es que los megavatios -es decir los generadores- están en lugares que no sirven. Por ejemplo en Guayana no se puede llevar la carga porque el sistema de transmisión colapsó. Allí hay que llevar más de 8 mil megavatios pero no se puede, y ellos están llevando 9 mil 200, cerca del límite de estabilidad térmica que puede soportar la red. Entonces, no se pueden llevar hacia centro occidente, y por eso es que en Carabobo están tan afectados, porque Plantacentro está generando poco (apenas 300 cuando llegó a generar mil 600 MW), Termozulia también y para colmo el complejo de Tacoa -lo que era Electricidad de Caracas-, porque las máquinas están fallando, hay personal poco experto en su mantenimiento, no se les ha dado material al personal técnico porque los cubanos no saben”.

Todo un drama, en que se pretende echarle la culpa al ciudadano común tildándolo de alto consumidor, adicionó Aller. De acuerdo a los estudios, la población de escasos recursos -que representa 70% de los venezolanos- apenas consume 5% de la energía que se genera.

Desmontar el entrampamiento


El desastre que vivimos es de difícil desmontaje porque es predominante político, opinan los expertos. José Aguilar considera que si los actuales conductores son incapaces de reflexionar y de cambiar el rumbo porque no les conviene para la implantación de un régimen totalitario, hay que cambiarlos. “Estamos llegando al límite de lo tolerable los daños son cuantiosos, hay que romper con este funesto ciclo”.

-No significa que no tengamos serios desafíos técnicos, que aun los mejores técnicos tendrán que sortear, pero no llegarán de no haber un cambio político, pues desde allí proviene el otro verdadero ‘apagón’ que es informativo, porque desde noviembre de 2010 los venezolanos no podemos ver por Internet ni ningún otro medio los datos de manera oficial, único país en América Latina donde eso sucede.

Se necesita saber la información para ir apuntando a la extensión de los daños y los correctivos a aplicar para, primero, arrestar la espiral de deterioro, que todavía no se ha logrado. Del 2009 al presente tenemos 1,5 millones de venezolanos más persiguiendo casi los mismos megavatios disponibles.

El ingeniero Aller recordó que hay un problema de combustible también unido a todo esto, como el gas y el diesel que necesitan las máquinas y que son muy costosos, lo cual no se previno para la adquisición de centrales de generación distribuida y ya ninguna está operativa, por estas razones. “Todas estas deficiencias, no es posible resolverlas, sino hay una planificación que probablemente tiene que ser descentralizada, con competencia de todas las regiones; hay que reestructurar la empresa que en estos momentos no es solvente, depende de créditos adicionales. Se requieren inversiones multimillonarias que pueden llevar un periodo entre 3 y 5 años, para volver a tener un servicio similar al que gozábamos en los ’80”.

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