Mientras Venezuela llega a 933 días sin transparencia en el Sistema Eléctrico Nacional (SEN, el peor apagón de todos), usted tiene un escándalo de corrupción electrizante en puerta. Se trata de la Central Hidroeléctrica Manuel Piar, Tocoma, que se remonta a los 10 mil millones de dólares. Un desastre sin precedente que opaca cualquier otro escándalo de nuestra vida republicana y hace del tan sonado caso de las fragatas navales verdaderas curiaras.
¿Por qué la Central Tocoma (2.160 MW) cuesta tanto? Es pertinente, urgente e inaplazable auditar con una investigación seria e independiente, máxime cuando hay escasez de dólares en el país y esta obra nos está costando cuatro veces más que Guri (10.310 MW), 4,7 millones de dólares por MW instalado.
¿Cómo semejante barbaridad es posible? ¿Será que nosotros no teníamos experiencia con obras de esta envergadura? La respuesta es un rotundo no. La experiencia con dos fases de Guri, Caruachi (similar a Tocoma) y tres fases de Macagua dicen que construimos todas esas obras con su infraestructura de transmisión asociada por 1,1 millones de dólares por MW instalado.
Tocoma es el mayor escándalo de nuestra historia y justo lo que no debe ser la conducción de un proyecto de esta magnitud. Antes, por los seis desarrollos hidroeléctricos citados, éramos referencia mundial para grandes obras, gracias a procesos sólidos de licitación y gerencia de ingeniería de proyectos. Hoy, debido a la obra asignada a dedo a “gobiernos amigos”, somos el hazmerreír del mundo eléctrico.
Faltan todavía 70 días del “plan de 100 días”. A usted lo marean con cortinas de humo, burdas comparaciones, para ocultarle el verdadero fuego detrás de la humareda, que esconde la más singular de todas las estafas a la nación, mientras le endosan buena parte del desastre.
Prepárese porque la pésima electricidad le va a costar más y eso será cantado en agosto. Usted estará indefenso por la opacidad y los más perjudicados serán los clientes leales, los que pagan la electricidad.
Tamaña injusticia requiere ir a la calle, pacíficamente y cero pasividad para rescatar el país. ¡Manos a la obra, que sí se puede!
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